martes, 12 de mayo de 2009

En el trafico




Como odio lima. Como odio su clima variable e impredecible (así como su gente). Como odio sus calles cochinas y su aire contaminado. Pero sobre todo, como odio el trafico.

En el trafico

Son exactamente la 5 y 9 según el celular el cual guardo rápidamente en el bolsillo derecho del jean. Asomo la mirada por sobre las personas y muy muy a lo lejos están los colores verde y rojo oscuros de la chama*.

Sin reparo, me pongo atento y con algo de astucia, cuando la chama se detiene en el paradero, soy de los primeros en subir. El cobrador extiende su mano y cual mono de circo me permite el paso quedando él, colgado de una mano en el estribo.

Al estar dentro de la chama me doy cuenta que el único asiento vacio esta en la parte media del bus, hago como no tengo interés, pero me muero por ir sentado y no viajar de pie todo el trayecto. Pero eso no era todo, ya que de la puerta trasera se asomaba un señor cincuentón que rápidamente con ojos astutos diviso aquel preciado asiento en el cual yo anhelaba poner mis preciadas cuatro letras.

Ambos no miramos y luego miramos al asiento vacio, luego nos volvimos a mirar y de nuevo al asiento vacio. Yo, muy conchudamente, caminé (corrí) hasta donde estaba aquel asiento y me senté plenamente.

Tal vez fue el asiento que estaba duro (era de plástico), pero al poco rato (media hora) ya ni podía distinguir donde empezaban los muslos de lo entumecido que tenia el trasero. Tal vez desee estar parado como casi todos los que estaban de pie en aquel repleto bus, peor no lo demostré. Al contrario, cuando subió una señora ofreciendo chocolates a dos por un sol, no dudé en comprarme uno (si, fui tan roña que solo le di china por un chocolate) el cual guardo en la mochila.

Ya son mas de las 5 y 40 según mi reloj mental y seguimos estancados en abancay. Odio abancay. Odio sus calles cochinas, su gente cochina y sobre todo, Odio el trafico.

Sin embargo admito que estar sentado (y no de pie ojo!) con los audifonos del ipod y viendo a la gente fuera de la ventana me relaja y esos mas de 50 o 60 minutos se van al trote.

Llego a mi casa y sin querer veo el chocolate en el fondo de la mochila, lo abro y saboreo todo el cacao posible del interior. Siento como se derrite entre mis dientes, siento que me invade con su calor y sabor, siento que ya no odio tanto a lima, ni a sus calles, ni a su gente.





*llamese bulgarmente al medio de transporte publico perteneciente a Unidos Chama S.A.

6 comentarios:

  1. jajaja la gloriosa chama... yo también solia meterme unos viajes astrales en ese micro, ya que (cuando vivía en mi antigua jato) era el unico que me llevaba hasta la universidad (lo de abancay me sonó raro, porque antes no pasaba por allí.. en fin..)
    me gustó tu relato y noté que estás mejorando a la hora de narrar, me hiciste acordar que también traigo un chocolate en la lonchera, le voy a dar curso.....

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  2. Pensar que yo tengo que pasar por esa horrible avenida casi todos los días. Puaj!

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  3. EBP: tal vez tu tomabas la chama COASTER q va por miraflores, no se muy bien su ruta.

    CN: nunca tan horrible

    saludos

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  4. yo l tengo facil, la combi inicia su recorrido cerca a mi casa, y voy sentado.
    ya en el ovalo la sgte combie q tomo recien se llena ahi asi que igula viajo sentado hasta la universidad.

    ha-ha

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  5. X dios x suerte la chombi q me acerca al trabajo llega vacia y claro esta la regla de no usar asientos reservados y pagar al toke para dormirrr y q nadie t moleste.

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  6. damian: quien como tu.

    lemon: son tips basicos.

    saludos !

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